Mar, la mar, esa mar
Mar, la mar, esa mar, la que nos rodea, nos baña, nos refresca, nos alimenta el cuerpo… y el alma, que no es menos alimento. Mar, la mar, esa mar que observo y escucho su sordo bramar en el encuentro con su roca, siempre la misma roca, nunca el mismo mar. Mar, la mar, esa mar que me lleva a tierra y me abofetea al oír mi letanía de lamentos,