Buscando mi mar en Madrid es un poema escrito desde la distancia, pero no desde la pérdida. Vivo entre vuelos, horarios, metros y techos ajenos, mientras mi destino es el sur, donde empieza la brisa con olor a salitre. Este texto nace como una forma de sostener esa conexión invisible entre lo que somos y donde estamos, entre la ciudad que nos acoge y el amor que nos define.
Madrid no es el problema. Todo lo contrario: me da espacio, altura, rutina, materia para reflexionar. Pero también me recuerda, cada día, que hay una parte de mí que quedó cosida —con alma— en otro lugar. Ese hilo sutil atraviesa cada uno de estos versos.
El globo aerostático que acompaña esta publicación lo vi una mañana de sábado. Flotaba sobre un campo silencioso de lavanda como flotan las certezas: sin prisa, pero firmes. Entonces entendí que a veces uno está suspendido entre dos cielos.
Me fichó Madrid de lunes a viernes,
pero tú eres mi rumbo verdadero,
mi faro en la tormenta de los lunes,
mi casa en el silencio del regreso.
Subí para olvidar metro y rutina,
las bocas que se abren bajo tierra,
y desde lo más alto,
vi tu ausencia como trazo de aire sobre la marea.
Allí, donde el destino roza el cielo,
y el salitre susurra tu memoria,
las cosas me devuelven tu reflejo,
como si el aire supiera de ti.
Vi una gaviota en la Gran Vía,
miraba el cielo gris como perdida,
como si conociera su partida,
pero ignorara cómo era la vía.
Yo también vuelo bajo cada tarde,
cuando cae sobre el día la fatiga,
pero dejo encendida tu palabra,
como un hilo de voz que no se apaga.
Y tú, que no haces pactos con el viento,
me sostienes sin prisa ni frontera.
Yo floto entre deberes y horarios,
pero regreso siempre a tu marea.
A veces le robo al reloj la calma,
y escapo de los días encendidos.
Aunque duerma en ciudades sin puntadas,
me faltan tus hilos entre los latidos.
Y tú, que no haces pactos con el viento,
me recuerdas quién soy cuando regreso.
Yo floto entre deberes y horarios,
pero regreso siempre a tu marea.
Maravilloso!!
Muchas gracias